Capítulo 1.
Llorando desconsoladamente sobre la lapida de mi hermosa mujer, al lado mio estaban mis amigos, Facu, Xabiani y Diego, mis hijos, mis suegros, mis padres y las mujeres de mis amigos. Ellos intentaban apartarme de ella para que los demás pudieran despedirse también de Martina, de mi ángel.
Mis hijas gemelas de 3 años me miraron con ojos tristes y Vanesa me dijo:
-Papi, ¿dónde esta mama?
-Esta duermiendo, mi vida.
Y luego fue candela que me preguntó:
-¿Y por qué no la despiertas, papi?
-Porque ya no puedo despertarla, princesa.
-¡Papi yo la quiero aquí!- con sus grandes ojos brillantes, como los de su madre, llenos de lagrimas.
Las abrazé a las dos y les dije en un susurro casi inaudible
-Yo también la quiero aquí.
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